miércoles, 3 de diciembre de 2008

Escrutando el iPod de Pierre Menard (volumen 1)

Algunos artistas se refugian en la obra de otros para ocultar su mediocridad. Otros, osados y valientes, buscan en la obra de los otros la oportunidad para ejecitar su creatividad mediante sendos ejercicios de revisón, de recreación, de reformulación. El canibalismo como programa. Los dejamos con un aporte de nuestro amigo Frank en el que se señalan algunos ejemplos felices de covers.

por Frank Stein Condori

"Lo único que podemos hacer
-dice él- es superar a nuestros padres".
Y yo digo "Sí, sí" y mastico
un pedazo de carne seca."
"Pogo" – Fabian Casas

“Fare thee well, Miss Carrusel” – Townes van Zandt /

“Que te vaya bien, Miss Carrusel” – Nacho Vegas

En algún lugar del mundo Townes Van Zandt está vivo, se viste de granjero para atender las faenas mundanas y por las noches regala canciones de Guy Clark a las estrellas. Por tanto, es insensato preguntarse si es que Nacho Vegas –el asturiano cuya voz y guitarra se presta Townes alguna vez– fue poseído por el fantasma del tejano o si es que éste le susurró “Fare thee well, Miss Carousel” cuando sintió que necesitaba re-escribirla. Así esta se transformó en “Que te vaya bien, Miss Carrusel”, una misma canción distinta, vuelta a hacer (como Townes ensayara en sus últimos discos) pero no desde la obra de alguien más, de algún otro artista; sino de una forma tal que es posible sólo si Van Zandt en persona se hubiese decidido a reinventar su viejo tema.

Pero esta canción tiene un origen y una persistencia anteriores, remontándose hasta 1710 y la tradicional balada folk “Fare thee well”, escrita desde el diálogo de dos amantes enfrentados posiblemente a su última velada juntos. Pero la promesa y lamento de esta canción se transforman, en “Miss Carousel", en una adaptación de núcleo cambiante, entonada con el convencimiento de encontrar algún tipo de salvación después de la condena. De fuste sumamente dylaniano, Nacho le quita el barniz country y la pasa por el filtro de Nick Drake –otra de sus grandes influencias–, aterrizando estilísticamente más cerca del “Blood on the tracks” y sus cambios de voz narrativa que del country blues simbolista por el que Townes se acerca al gran bardo de Duluth.

Al ser ambos temas perspectivas indistinguibles de un mismo cuerpo, una sola idea que se completa, resulta difícil separarlas en su descripción. Evidentemente Vegas jamás se planteó la transliteración, ni la interpretación a partir de sus recursos estéticos; su versión es una reinvención completa, que a primera vista parece apenas retener la melodía. Pero no es así, pues la coalescencia entre Townes y Vegas es única (las versiones de Drake o Cohen del asturiano no alcanzan esta magnificencia), al punto que se volverían a encontrar para “En la sed mortal”, consagratorio tema que compuso Nacho a partir de “(Quicksilver Day-dreams of) Maria”, pero ya no como una reescritura, sino como la continuación de un legado, y si me preguntan eso sí es un cover.

versión de Tawnes: http://www.youtube.com/watch?v=2rtNH9ZuTPA

versión de Nacho: http://www.youtube.com/watch?v=AZfna4HBdTA

“I put a spell on you”

La conocida versión de Creedence ocupa un lugar prominente en la banda sonora de mi adolescencia y durante añares yo creí que era una composición de John Fogerty[1]. Hasta que en 1992 descubrí el cine de Jarmusch. Pues fue en Stranger than paradise que pude conocer la versión original de “I put a spell on you”, de un tal Screamin’ Jay Hawkins, a quien la protagonista escucha todo el tiempo en esa inmensa radio con la que pasea por toda la ciudad. Recuerdo que aquel mismo día salí hacia una disquera de usados especializada en rarezas importadas. Al preguntar, ingenuo, por “I put a spell on you” y Screamin’ Jay, recibí una cátedra fulminante. “I put a spell on you” es más que una blues ballad de los 50, me dijeron. Fue el himno de Nina Simone. ¿Cómo? ¿Quién?

Screamin’ Jay la grabó en 1957. Si bien se sabe que fue una reacción despechada, producto de una historia de amor que, como toda love story, no acabó bien, su interpretación carece de sentimentalismo. Es abiertamente bufonesca. Jay aulla y suelta carcajadas grotescas y concluye dando gruñidos porcinos. En sus shows se presentaba vestido como un chamán tribal de caricatura, con colmillos de jabalí que le salían de las narices y una hamletiana calavera atada a la punta de un bastón. Esa parafernalia demuestra que Jay no creía en la canción, que no la tomó en serio. No obstante el autosabotaje, su seminal versión es poderosísima[2]. Por algo la han versionado Marilyn Manson, Nick Cave y David Gilmour. Jay no supo entender lo que había creado.

Nina Simone la graba en 1965, en una sola sesión, con los músicos tocando en vivo, sin trucos de estudio. Donde Jay comienza con unos ruidos percusivos que prefiguran a Tom Waits, Nina deja oír los violines de la orquesta dirigida por Gil Evans. De entrada, el ambiente es oscuro, tumultuoso. Y cuando irrumpe la voz de Nina entendemos que asistimos a toda una declaración de principios: sin tocarle una coma al texto original, la canción ya no habla de amores contrariados, sino que se transforma en un manifiesto sobre la condición artística: todo ello cabe en la forma en que Nina dice la frase “Because you are mine”. Es un testimonio humilde y arrogante; visceral y etéreo. Nina se dejó habitar por esa canción[3]. Tanto, que su autobiografía titula I put a spell on you.

versión de Nina: http://www.youtube.com/watch?v=8Y99tXNxV5s

Versión de Screamin’ Jay: http://www.youtube.com/watch?v=orNpH6iyokI&feature=related

Bittersweet Symphony

Esta es la mejor canción que Mick Jagger y Keith Richards han escrito en los últimos 30 años. Sólo que en verdad es de un tal Richard Ashcroft, cantante y líder de The Verve. Esto no es un cover, es más un trabajo ejemplar de recomposición. También una historia amarga: estamos en 1997, todos aún cargamos la resaca post-grunge, y The Verve está grabando su segundo LP, Urban Hymns (un álbum excepcional que trae por lo menos 6 temas impresionantes). El disco se abre con “Bittersweet Symphony”, un tema que tiene como base un riff sampleado de un fragmento del arreglo de cuerdas de The Last Time de los Rolling Stones. Sobre esta repetición Ashcroft arma una canción emblemática, una canción oscura que habla sobre la conciencia, sobre lo latente, sobre la vida.

Para la utilización del problemático riff, The Verve había llegado a un acuerdo con la compañía que poseía los derechos de The Last Time, pero la compañía argumentó que utilizó el riff más de lo estipulado. La disputa llegó a los estrados judiciales y The Verve perdieron y se vieron obligados a compartir los derechos de la canción. Cuando “Bittersweet Symphony” se convirtió en hit un nuevo fallo ordenó que The Verve debía ceder el 100% de las ganancias de la canción. El video, una marca de la época, de “Bittersweet Symphony” muestra la entusiasta desesperación que el deshidratado Ashcroft (que choca con todos en la avenida Hoxton sin detenerse ante nadie) intenta transmitir en la letra. Este video clip, cómo no, tiene estatuto de recuerdo íntimo para algunos de nosotros.

El incidente judicial le trajo una justificada depresión a Ashcroft y luego el grupo se separó (ahora se reunieron de nuevo). En sus dos discos solistas Ashcroft no logró crear una canción semejante a “Bittersweet Symphony”. Mientras, los Stones seguían exhibiendo su sympathy for the cash. Ahora reciben regalías y sus nombres salen en los créditos de la canción. (Y pensar que estos tipos se pasaron años al principio de su carrera tocando covers y moviendo el flequillo de chicos malos, sin componer un puto tema). No habiendo justicia en este mundo habrá que esperar. Cuando Jagger/Richards arriben al infierno their satanic Majestic los recibirá con pompa y los conducirá por un zaguán hasta un cuarto donde los encerrará por siempre a escuchar en un vinilo eterno “Bittersweet Symphony”. Amén.

version de The Verve: http://www.youtube.com/watch?v=Zx3m4e45bTo

versión de The Rolling Stones: http://www.youtube.com/watch?v=cVuh1Ymve2I



[1] Esta canción y “Long as I can see the light” eran las que más me gustaban de ese disco que, según recuerdo, todo el mundo tenía. Curiosamente, eran las dos canciones menos Creedence del álbum, las que menos olían a granero, pastel de manzana y bosta de vaca.

[2] Los especialistas concuerdan en que esta legendaria canción de Screamin’ Jay Hawkins es el directo antecedente de eso que hoy llamamos “shock rock”. Posiblemente lo dicen en tono de elogio (yo no estoy tan seguro). Jay gustaba contar que el productor los emborrachó deliberadamente antes de entrar al estudio de grabación. “I put a spell on you” tuvo éxito instantáneo y salvó la carrera de Hawkins, si bien debió enfrentar censura en muchas radios que cuestionaron su “apología del canibalismo”.

[3] En vivo, en versiones que -como la de New York en 1972- duraron hasta 25 minutos, el hechizo que alude y ejerce la canción parecía materializarse, planear como amenaza inminente. Nina sentada, golpeando su piano, levantándose cada tanto para dar unos breves pasos de baile, ligeramente borracha, el público en estado de gracia. Al cantar “I put a spell on you”, Nina abandona el lenguaje articulado para seguir la melodía con alardes vocales que se confunden o tienden a formar un solo magma con los fraseos del saxo de Gerry Mulligan. En Youtube se puede ver una histórica grabación de 1968, en la que Nina hace lo que la da gana con su voz y la letra de la canción (improvisando frases sobre la marcha). Esta versión es incluso más densa y oscura que la “oficial”, “definitiva”. http://www.youtube.com/watch?v=ORSzfw8FE-o&feature=related

1 comentario:

JG dijo...

Oiga, Don Cuervo, para usted la tecnología no tiene secretos, ¿ah?
Déjeme decírselo in vino veritas:
QUE DESASTRE QUE ES.
HAGA UN CURSO DE BLOGOLOGIA POR AHI.

PD1. Frankie: al video de los Verve se lo robaron los de Lifehouse. A propósito, ¿habrá algún video más robado que el del "Subterranean" de Zimmerman?